sábado, 16 de marzo de 2013

Él

Cuando pisé aquella clase, estaba sentado él. Atento a las explicaciones del profesor y tomando apuntes. Que inteligente es.
 
Ya le había visto antes, pero nunca de ese modo. Había algo extraño en él, una esencia que no comprendía mi intelecto. Algo que no había visto antes.
 
Comencé a conocerle y parecía simpático. Siempre sonriendo, con ese toque gracioso que tiene, pero que al mismo tiempo, era una persona atenta en sus tareas y responsable.
 
Cogí todo el valor que pude y le invité a tomar algo. Era raro, seguía sintiendo esa esencia que le recorría tan eficazmente por todo su ser. Nunca comprendí que era. Bueno, nunca comprendí que era hasta que le empecé a conocer más a fondo. Era un interior espectacular. Un interior que compaginaba con mi forma de pensar y sobre todo, un interior que no tenía nada que ver con el exterior.
 
"Vaya..." pensé. Una persona como yo pensando en el interior de la persona cuando gente con mejor exterior se fijaba en mí. No lo entendía.
 
Compaginamos desde el primer segundo, desde el primer minuto y pensé, "¿sería así las horas siguientes, los días, las semanas, los meses?".
 
Acordamos una hora, un día y un lugar. Estaba nerviosa. Seguía siendo raro. Seguía sin comprender qué es lo que pasaba en mi interior, aunque más raro era saber qué es lo que pasaba en el suyo. Eso me hacía estar segura, segura de mi misma.
 
Llegó ese día.
 
Como siempre, le vi por la mañana en clase, siempre tan atento a las explicaciones del profesor y siempre con su mismo tono gracioso, hablándome y sonriéndome entre clase y clase. Pero esa tarde sentía que iba a ser diferente.
 
Salí de clase y llegué al lugar al que acordamos, ese día tan especial pero, mucho antes de la hora acordada. "Seguramente los nervios", pensaba.
 
Esperé, y esperé y seguí esperando. Ya eran las 17:00 y no apareció. "No pasa nada", me dije. "Llegará un poquito tarde seguramente". Pero pasaron los minutos, e incluso la hora. Y no apareció. Sentí un dolor en el pecho que no podía explicar. Un dolor que lo único que hacía era perseguirme todo el camino de vuelta a casa, toda la noche y por la mañana, al llegar a clase me dieron la noticia.
 
Había muerto. Parece ser que iba hacia nuestra "cita". A ese lugar, a la hora exacta y después de vernos ese día aquella mañana donde me sonrío entre clase y clase como siempre. Le atropelló un coche.
 
Ese día, morí yo también.