Dados los tiempos que vivimos, y en la decadencia económico-social y política a la que nos encaminamos, me he tomado la molestia (admito que también es para clase) de analizar históricamente y económicamente una de las crisis de mayor importancia en el mundo que jamás halla pasado, la Gran Depresión de 1929. A partir de aquí, y creo que mis compañeros de clase lo entenderán, espero que el resto de las personas también, espero que debatáis, os fijéis en la situación actual, comparéis y analicéis por vuestros métodos a qué nos abstenemos.
Tenemos ante nosotros una gráfica
de Maurice Crouzet nacido el 10 de diciembre de 1897 y muerto en el año 1973, historiador
francés que escribió la Historia general
de las Civilizaciones. Nos hallamos ante una gráfica lineal que indica la
producción industrial y el paro internacional entre 1929 y 1934, es decir,
después de la Gran Depresión viendo que, a medida que el paro va aumentando
considerablemente, estableciéndose el punto más alto alrededor del año 1933, la
producción va disminuyendo, teniendo punto más bajo también alrededor de
1932-1933.
Todo esto podemos enmarcarlo en
un contexto histórico bastante amplio. La década que transcurrió entre 1919 y 1929 fue un
periodo de profundos desequilibrios que desembocaron en la crisis económica más
grave de la historia contemporánea. En octubre de 1929 se hundió la Bolsa de
Nueva York y el pánico bursátil se trasladó al conjunto de la economía de
Estados Unidos. Debido a su peso internacional, y a las decisiones que
adoptaron sus autoridades económicas, la crisis se extendió a la mayoría de los
países del mundo a través del comercio y de los movimientos de capital. Durante
los diez años siguientes, conocidos como los de la Gran Depresión, la mayoría
de las economías industrializadas experimentaron graves dificultades, como
consecuencia del hundimiento de la producción y del paro, que alcanzaron
porcentajes hasta entonces desconocidos. Al no existir prestaciones de
desempleo, buena parte de los trabajadores quedó sumida en la miseria. Para
combatir las secuelas sociales y estimular la recuperación económica, muchos
Estados pusieron en práctica políticas de ayudas hasta entonces consideradas
negativas para la evolución de la economía. Así, en estados Unidos se impulsó
el New Deal, un programa intervencionista que proponía medidas de protección
social y el aumento del gasto público. En Europa, las soluciones que se
adoptaron para luchar contra la crisis fueron tan dispersas como la propuesta
seguida por los países escandinavos, que puso los cimientos del Estado de
Bienestar, o la de Alemania hitleriana, que introdujo una política autárquica y
de rearme que acabó desembocando en la Segunda Guerra Mundial.
Entrando ya en el tema, y antes
de relacionarlo con la gráfica propiamente dicho, analizaremos el porqué quebró
la Bolsa de Nueva York. La primera manifestación de la crisis se inció cuando,
ante el convencimiento de que las cotizaciones no podían seguir subiendo,
algunos inversores empezaron a poner sus acciones a la venta con la esperanza
de obtener aun buenos beneficios. Pero frente a la masiva oferta de títulos,
las cotizaciones empezaron a bajar, provocando un efecto en cadena que hizo
incrementar todavía más el número de acciones a la venta. La desmesurada oferta
comportó el desplome del valor de las acciones, lo cual provocó el llamado
“jueves negro”, el 25 de octubre de 1929. Ese día, el pánico se apoderó de los
inversores y 13 millones de títulos fueron apuestos a la venta sin que
encontrasen comprador. Fue el crac de la Bolsa de Nueva York. A partir de
entonces, el deseo de comprar lo antes posible para ganar más dinero dio paso
al de vender cuanto antes para perder lo menos posible. La caída en picado del
valor de las acciones arruinó a muchos inversores. La exigencia de los bancos
de cancelar los préstamos para la compra de acciones comportó otra oleada de
ventas, que dio lugar a un “martes negro” el 29 de octubre. El camino hacia la
depresión había comenzado.
Ya enlazando con la gráfica,
decir que la sobreproducción, la falta de dinero y la caída del consumo
hicieron que en pocos meses la crisis de la Bolsa se convirtiese en una crisis
que acabó afectando a todos los sectores de la economía. El sistema bancario
fue uno de los primeros afectados debido a que, por un lado, el hundimiento
bursátil hizo que los deudores no pudieran devolver sus préstamos y, por otro,
la mayoría de los bancos había aceptado acciones de la Bolsa como garantía a
los préstamos. El miedo a la quiebra de los bancos asustó a la población, que
acudió masivamente a retirar los efectivos de sus cuentas, pero las entidades
financieras no pudieron reponer los depósitos bancarios a sus titulares por
falta de recursos monetarios. Todo ello desató la crisis bancaria con más de 400
bancos en quiebra y desaparecidos, millones se familias arruinadas y miles de
estadounidenses perdiendo todo lo que tenían.
Para superar las dificultades, los bancos
redujeron enormemente la concesión de créditos para la industria y el consumo.
Esto agravó aún más la coyuntura, al impedir a muchas empresas familiares pagar
las deudas y mantener el consumo. El pesimismo y la falta de confianza en una
rápida mejora de la situación comportaron una drástica reducción de las
inversiones industriales porque se dudaba de que los productos a fabricar
pudieran encontrar comprador.
La ruina de los inversores
bursátiles y la disminución del crédito provocaron el descenso del consumo, lo
cual agravó la sobreproducción que estaba latente desde hace algunos años. En
pocos meses, los stocks aumentaron de
manera considerable y los precios disminuyeron un 32% entre 1929 y 1932. El
subconsumo y la caída de las inversiones indujeron la crisis industrial. Como
en la grafica, vemos que a comienzos de 1933, habían desaparecido más de
100.000 empresas, y a producción industrial se había reducido en un 40%
respecto a 1929, de ahí que veamos ese descenso entre los años dichos.
La caída de la actividad
industrial supuso un aumento del desempleo, visto también en la gráfica: entre
1929 y 1930 el número de parados pasó de 1,6 millones a 4,3 y a finales de 1933
ya afectaba a 12 millones de trabajadores coincidiendo justamente con el punto
más alto de la línea del paro en la gráfica. La depresión tuvo muy graves
consecuencias sociales y la pobreza se extendió entre amplias capas de la
población. Muchos obreros y campesinos se vieron abocados al paro y a unas
miserables condiciones de vida, hacinados en barracas o sin hogar y dependiendo
de las ayudas del Estado o de la caridad privada. Asimismo, una buena parte de
la clase media perdió sus ahorros y negocios y tuvo que proletarizarse.
El desempleo agravó aún más la
contracción de la demanda: millones de parados sin ingresos dejaron de
consumir, mientras gran parte de los que conservaban el empleo temían perderlo,
por lo que redujeron también su consumo para ahorrar en previsión de un
empeoramiento de su situación personal. Al disminuir la demanda, descendió de
nuevo la producción industrial y agraria. La crisis, nutría la crisis.
Como conclusión, y volviendo a
enlazar con la gráfica señalada, podemos comprobar que a partir de 1934 la
línea del paro va descendiendo y la línea de la producción va subiendo. Eso
quiere decir que el modo de vida de las personas va mejorando y eso es gracias
a que dentro de ese marco general de crisis, y para recuperar la actividad
económica, algunos gobiernos pusieron en práctica medidas consideradas muy
heterodoxas en aquel momento. Por su lado, un economista inglés, J. M. Keynes,
realizó un diagnóstico adecuado de lo que estaba sucediendo y propuso
soluciones nuevas para superar las dificultades. En su diagnóstico de la crisis
de 1929, argumentó que el principal problema de la economía era la falta de
demanda ante la caída de la inversión. Por lo tanto, lo que propuso fue el
incremento del Estado en gasto público, fundamentalmente en actividades como
obras públicas, donde se emplearan a muchos trabajadores. El gasto del Estado
generaría déficit público, pero eso no constituiría un problema, ya que si el
Estado gastaba, aumentaba la demanda no sólo por el importe de los gastos
efectuados, sino también, y en una proporción mayor, porque ese gasto inicial,
transformado en salarios y bienes, creaba nueva demanda sobre otros sectores.
Es decir, defendió la mejora de las condiciones salariales para aumentar la
capacidad adquisitiva de la clase obrera. Por todo ello, afirmó que el papel de
los capitalistas era invertir, y el de los trabajadores consumir.
Así, y con el problema analizado,
los distintos países comenzaron a sacar planes de rescate. En el caso de
Estados Unidos, el intento de recuperación asociado a las teorías de Keynes fue
el denominado New Deal, un plan económico para superar la crisis y paliar sus
efectos sociales puesto en práctica con el presidente estadounidense Franklin
Delano Roosevelt tras su victoria electoral en el año 1932. Sin embargo, el
programa del nuevo dirigente era muy contradictorio, ya que proponía aumentar
la intervención del Estado y, al mismo tiempo, reducir el déficit público
recortando gastos. Roosevelt estableció un rígido control estatal sobre los
bancos para segurar su solidez financiera, al mismo tiempo que creó un seguro
federal para garantizar las cuentas de los pequeños inversores en caso de
quiebra bancaria. También se formó una comisión de valores y cambio, encargada
de supervisar las emisiones de acciones y velar por el buen funcionamiento del
mercado bursátil. Finalmente, y para favoreces las exportaciones, se impulsó
una política monetarista, que devaluó el dólar en más de un $ en el año 1934.
Una buena parte de los empresarios no fue favorable a las propuestas de
Roosvelt y criticó el intervencionismo estatal, que decretaba normas, fijaba
precios y regulaba salarios. La desconfianza empresarial provocó el
retraimiento de los empresarios y comportó que las inversiones privadas fuesen
más escasas de lo esperado. De todos modos, podemos afirmar que la política de
Roosevelt contribuyó a la estabilización de la economía, aunque sin llegar a
una nueva etapa de crecimiento. La recuperación no llegó hasta 1939, cuando el
estallido de una nueva guerra en Europa incentivó el desarrollo de la industria
armamentística en Estados Unidos y su papel de proveedor de los aliados
europeos.
En cuanto a los países escandinavos la recuperación de
la economía en Suecia y Dinamarca fue más rápida que en la mayoría de los
países. El elemento clave fue otorgar al presupuesto del Estado un papel activo
en la lucha contra la recesión económica, convirtiéndolo en un instrumento
anticrisis. Se inició en estos países a construcción del Estado de bienestar
que, después de 1945, se difundiría y consolidaría en el conjunto de la Europa
desarrollada. Como último ejemplo, Alemania fue un ejemplo de recuperación
económica de un Estado totalitario que propició un fuerte intervencionismo e
impulsó una política de rearme para estimular el crecimiento de la industria
pesada. Sin embargo, como la cantidad de armamento que es posible almacenar no
es ilimitada, esa política económica condujo directamente al estallido de la
Segunda Guerra Mundial.
Ahora mi pregunta es: ¿queremos que ocurra lo mismo? ¿queremos este paro? ¿estas subidas de precio? ¿QUEREMOS UNA TERCERA GUERRA MUNDIAL?
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